Iba a titular este post «Decorar con plantas», pero, lo que yo hago, no puede recibir ese título. Yo soy «la loca de las plantas»: es sencillo, tengo obsesión por las plantas, cada vez tengo más y más, y no me lo planteo como proyecto decorativo, pensando qué planta quedará genial dónde en mi casa, si no que, poco a poco, van colonizando cualquier rincón al que le llega luz.
Lo he explicado un poco «a lo rudo», pero más o menos es así.
En Madrid, en (creo que) todos los pisos por los que pasé, siempre tuve la suerte de tener un pequeño rinconcito para las plantas, el clásico balconcito madrileño, estrechito. Ahí empezó todo. Al venir a Gran Canaria me vi con un buen balcón, con todo un reborde ancho para poner plantas y hueco para una pequeña mesita con dos sillas. Ahora ese reborde está «a reventar» y la mesa no se ve, porque está sepultada por plantas, las «elegidas», las más delicadas o «nuevas», a las que quiero tener más a la vista.
Luego hay otro escalafón superior: las plantas que hay que mimar: directamente, dentro de casa, bien pegadas a las ventanas, al lado mío mientras trabajo. Y esta es mi desordenada manera de «decorar con plantas».
Ahora solo pienso en tener más espacio, en que no quiero plantas (bueno, sí, son mis plantitas), si no que quiero árboles. Mientras sueño con ese terrenito que imagino, pienso en cuáles serían los primeros pobladores: un aguacatero, una manga… ¿me traería a mi arbolito madrileño o mejor lo dejo allí?
Notas:
– más que un post, esto es un texto de autoayuda, el primer paso en el camino de una adicta de admitir su problema…
– otro día seguimos con la adicción a las flores
– y otro día de la siguiente adicción encadenada: sacar fotos a las plantas y las flores