Una vez al año, coincidiendo con el frío enero de alfombras rojas por doquier, el «cine independiente» (y el que no, pues ya también) se reune en Utah, entre montañas y lagos, para pasar frío y celebrar un festival de cine sin vestidos de gala. Lo que se lleva en Sundance, sea el año que sea, son las botas de cowboy, botas masculinas, ugg, abrigos gorditos y calentitos, plumas, gorros de lana, gafas (de ver, no de sol) y camisas de cuadros.
Pese a todos estos inconvenientes y años de historia indie, hay quien consigue ir estupenda (y acorde), ahí van unos cuantos:
Quien consigue ir entrañable:
Y quien, no es que vaya mal, pero da la risa cuando la veo. Lo siento, no lo puedo evitar y no se muy bien por qué es… ¿Será que vuelve a ser Joey de Dawson Crece?