Qué malas son las obsesiones… Allá por noviembre fiché en la página de facebook de Malababa LOS ZAPATOS: ese zapato que tiene la forma perfecta, el color perfecto, el tacón justo… Todo pintaba a que sería mi zapato estrella de la temporada. Bueno, de los próximos años, que a mi los zapatos me aguantan mucho… 😉
Fiché todos los colores, pregunté por las tallas al equipo de Malababa, porque esto de tener un mini pie tiene sus cosas buenas y sus cosas malas, busqué dónde estaba su tienda en Barcelona (siempre había comprado Malababa en Madrid) y, desde que pisé la ciudad, para allá que me fui a por MIS ZAPATOS. Mi objetivo: unos Fedecuquis de Malababa en amarillo mostaza y, a ser posible en un número 35,5.
Pero no pudo ser: tienen el número, existe el color, pero la pala (o escote se llama también) es tan cortita, tan cortita, que un capricho genético en la forma y colocación mis dedos de los pies (ñoños, si me lees en las Islas Canarias) hace que sea imposible que los use. Me hubiera gustado sacar una foto a mi cara de ilusión al entrar y mi cara de decepción al salir de la tienda. Sé que son ridículos problemas de esta sociedad consumista, pero la decepción fue dura ;P Para añadir leña al fuego, Malababa sigue sacando mil variantes del modelo Fedecuqui y no paro de verlos por todos lados, qué crueles son conmigo.
Así que solo me queda ver lo bien que le quedan a la modelo y admirar las fotos del (casi) perfecto fedecuqui de Malababa
Por cierto, finalmente me compré un modelo similar (pero no es taaaaaaan «perfecto») de otra marca española.