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El Armario de las Maravillas

Escribía en otras ondas acerca de Alicia en el País de las Maravillas, y se me ocurrió mi primera colaboración para este espacio: el increíble y maravilloso vestuario de la película. Y es que ¡me he quedado sin palabras! Investigando, investigando, porque el responsable de vestuario no se suele conocer tanto como el nombre del director, encuentro que se trata de Colleen Atwood, quien a su vez es responsable de otras de las maravillas estéticas de Burton, así como de la recentísima y nominada Nine y de Memorias de una Geisha.

Comienza Alicia su aventura con este recatadito vestido azul, símbolo del encorsetamiento de la entorno que le hace de escenario y de la inocencia de su carácter.

Se hace grande y pequeña, mostrando la tranformación intermedia entre la realidad y lo que ella cree un sueño… Con este precioso vestido estilo diosa griega, quien sabe si la referencia del vestuario a la cultura ancestral no encierre la metáfora de como Aicia se va acercando al conocimiento de un nuevo mundo.

Con él hara su (re)ingreso en el País de las Maravillas. Se sumerjirá en un mundo de colores en el que, poco a poco, van surgiendo preguntas ¿Es ella la verdadera Alicia? ¿Será capaz de oponerse a la aterrorizadora Bestia de la Reina de Corazones? ¿Es todo un sueño? Reencuentra entonces al Sombrerero Loco, que le narra las maldades de la Reina de Corazones, desnudándola, eliminando parte de su escepticismo y haciéndola florecer como el motivo de su vestido.

En este momento, Alicia se hace con su verdadera identidad, se rebela, lucha, decide finalmente enfrentar el camino que tiene ante sus pies, sin aún decidir si tendrá el valor de combatir con la Bestia. Y este vestido creo que sea la verdadera obra de arte de Atwood. Rojo, maravilloso, con motivos cebrados que hacen pensar a los de un animal en estado de libertad, al instinto que comienza a desarollar Alicia. El marco, el del palacio rojo, que no hace más que potenciar la belleza de la prenda.

Como termina la película no lo decimos, que para eso hay que verla, pero elige Atwood un sobrio traje que muestra la calma del espíritu de Alicia, su crecimiento hasta la madurez de la identidad. Líneas rectas, color marfil. El blanco de la bondad de la Reina Blanca, de la pureza, de la paz. Creo que Atwood en este  vestuario ha dado lo mejor de sí misma. No se si la simbología era premeditada, es la que yo he percibido… Enamorad@s de la moda, no se la pierdan, una verdadera lección magistral.

Y no me podía ir sin un «bonus», el de la Reina de Corazones, aún más maravillosa de lo que nuestra mente hubiera podido imaginar.

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