Aunque en principio no me «pega» mucho, me encanta Lady Gaga. Me gusta una artista que es artista y que se viste y actua como tal. Si todos los cantantes hicieran lo mismo, viviríamos en un infierno freak, pero me gusta que ella haya sido capaz de disfrutar de sus rarezas.
Así que ayer fui a disfrutar de su show. Hasta ayer sólo la admiraba como artista (así, en general), pero después del concierto, su valía como cantante me ha dejado bastante atontada. Sus discos son música pop muy bailable, pero esta señora puede tocar y cantar lo que le de la gana, ¡qué tía!
Sin embargo, más aún me sorprendió su papel como sacerdotisa de los frikis y «losers» de instituto: habló mucho durante el concierto y contó que ella era la típica rara del instituto (esto no sorprender, ¿verdad?), que se metían mucho con ella y esas cosas que podemos ver en la serie Glee (ella también estaba en el coro y en el grupo de Jazz del insti). Pero, como en una buena película americana, ella ha conseguido convertirse en lo que ansiaba: ser una súper star y, probablemente, las guapas y populares que se reían de ella están ahora retorciéndose de rabia.
Contando su historia como ejemplo, nos animó a todos los littl’ monsters (o pequeños monstruos, como intentaba decir de vez en cuando en español), a que seamos nosotros mismos, nos queramos, disfrutemos de nuestras vidas, nos sintamos orgullosos de nosotros mismos, nos tratemos como auténticas super estrellas y un largo etcétera de consignas propias del mejor entrenador o coach. ¡We were born this way y hay que disfrutarlo!
Por supuesto, sus modelitos no defraudaron. Sólo recomendables para artistas como ella y sobre el escenario o en galas. Aquí os dejo algunas de las fotos de su actuación en Lyon, que son las que he encontrado, pero los looks son los mismos que en Madrid.
